lunes, 3 de agosto de 2009

In your arms i feel










Me gustan tus ojos, pero no me gusta ese rojo que dejan las lágrimas, te digo, intentando que sonrías un poco y al no conseguirlo vuelvo al debate del tigre y el león.

El león es rey de la selva aun cuando ni la habita.
El tigre no necesita un séquito de hembras.
El león tiene la facha más roquera del reino animal.
Sin el tigre el animal print no sería lo mismo.

Insistes en que el león le gana al tigre por su nobilísima condición, pero no sabes que el tigre baja de los árboles todas las mañanas y debe conseguir alimento a tempana hora porque en las tardes acude a la escuela de derecho ni que cuando se gradúe creará una ONG defensora de los derechos de los animales y acabará con el reinado sátrapa.
Después de arrancarte unas sonrisas, tus ojos vuelven al blanco de ayer cuando salimos a la calle a buscar al dependiente que me coquetea; volvimos, después de la frustante búsqueda, a beber cerveza con los primeros rayos del sol y descubrí que, si nos recostamos en la duela de tu habitacíon, ni el tiempo es capaz de alcanzarnos.
La medianoche nos saluda cuando el resto de la tierra amanece.
Te he visto llorar mis culpas y gritar mis talentos, te digo muy quedito mientras duermes en mis brazos y no escuchas. Las veces que pueda dudar la existencia de un límite serán las veces en que mi incredulidad será refutada con mi eterno argumento. Yo nací y nací para estar del lado correcto, te digo muy quedito sin que despiertes, y quitas mi brazo de encima tuyo, y te volteas hacia la pared, y empiezo a platicar con tu cabello.










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